jueves, 28 de junio de 2007

La casa de mis abuelos



“La calle Santo Domingo tiene un tesoro sin par”…. es la casa de mis abuelos paternos, unas personas maravillosas que hicieron de ella un lugar muy especial. Es una casa colonial, como todas las de ese sector de Cartagena, con un patio rodeado de muchas plantas y flores que la hacen ver aún más bella. Tiene una sala grande en donde están el piano y los muebles que son viejos pero muy bien conservados. Dos ventanas miran hacia la calle. A continuación está la sala de la televisión, seguida por un corredor que rodea el patio y hacia el cual dan todos los cuartos. Al fondo están las escaleras para subir a un segundo piso o “altillo” en donde hay un par de cuartos más. Al fondo del primer piso, al lado de las escaleras están el comedor y la cocina en donde mi abuela preparaba sus deliciosos manjares.

Esta casa no sólo es hermosa por su arquitectura y antigüedad, también lo es por el gran ambiente de felicidad que se vive en ella. Todas las fechas especiales de la familia las hemos celebrado allá: el primer cumpleaños de mis hermanos y el mío, nuestra primera comunión, así como todas las fiestas de navidad y año nuevo.

Mi abuelo Guillo era feliz cuando sus nietos lo visitábamos, le gustaba hablar con nosotros y nos consentía. Como buen vate a todos nos escribió poemas para celebrar algún triunfo en nuestras vidas. Él fue el centro de la familia Pérez, nos guiaba, aconsejaba y también nos regañaba. “Era un médico brillante y esposo muy amante” y un abuelo y padre incondicional.

Mi abuela Nati era un ser sensacional que dedicó su vida a la “alta cocina”. Sus nietos nunca tuvimos que comprar un pudín (torta) de cumpleaños porque ella siempre nos la hacía. Todos los sábados a la hora del almuerzo, la familia se reunía a disfrutar de las delicias que ella preparaba. Nunca abandonó su sentido del humor y el amor por sus nietos fue incomparable. A ella le encantaba que sus hijos y nietos fuéramos a visitarla y le contáramos cómo iban las cosas y nos escuchaba siempre con una sonrisa en la cara, llena de serenidad y satisfacción de tener una familia que siempre estuvo pendiente de ella.

Hoy, aunque mis abuelos ya no están, esa sigue siendo la casa de la familia y aún sigo sintiendo mucha alegría al llegar allí. Esa casa está llena de recuerdos como cuando mis primos mayores Moisés y Diego disfrazados de Papa Noel repartían los regalos de navidad a sus primos más pequeños; o la celebración de los 80 años de mi abuelo en la que todos sus nietos le cantamos una canción; o simplemente los deliciosos “pudincitos” que mi Abuela siempre nos tenía cuando la íbamos a visitar.

Pienso que los momentos más gratos de la infancia, la unión familiar, el amor de los abuelos, son la esencia de la vida y la verdadera riqueza. Por eso hoy he querido compartir con ustedes estos felices recuerdos de mi entrañable Cartagena.

3 comentarios:

Cilenia dijo...

Oye Dany.. Te felicito, porque ese lugar que amas tanto y por este espacio a donde nos invita siempre. Me imagino como fueron esos días junto a tus abuelos, el olor de una deliciosa comida y el calor de la familia. Que bueno para ti estar rodeado de todo aquello. Saludos cile

Erik Sojo R. dijo...

Nojoda compadre, que firme estar una tarde tomando agua e panela con limón sentado en un mesedor en medio del calor de la tierrita...pero bueno ojalá cuando estemos viejos podamos devolvernos a disfrutar en una de esas casas pa echá cuento y reirnos de todo Erik Sojo R.

Daniel Eduardo dijo...

Gracias Cile y Erik por sus comentarios, espero que ustedes también mantengan su blog actualizado porque también son muy buenos. Un abrazo