lunes, 28 de mayo de 2007

AREPA DE HUEVO CON KOLA ROMÁN




Son las 8 de la noche, ya es hora de comer y me dispongo a calentar el pollo y el arroz que hice para el almuerzo, pero la verdad, lo que más me gustaría comer en este momento es una arepa de huevo con Kola Román.

Manga, el barrio donde vivo en Cartagena, es un barrio residencial que data de los tiempos Republicanos y el cual a la vez es una isla. Para salir de este barrio es necesario pasar por alguno de los cuatro puentes que lo comunican con el resto de la ciudad: el puente Román para ir al Centro, el puente Jiménez y el de las Palmas para ir a los barrios Pie de la Popa y Pie del Cerro y el puente de Bazurto, para ir al barrio Bosque y una enorme cantidad de barrios que quedan hacia el sur oriente de la ciudad.

A una cuadra de mi casa hay un sitio donde diariamente, a las 5 p.m., colocan una mesa de fritos que es muy popular en Cartagena; allí venden los cuatro tipos de fritos tradicionales: empanadas de carne, carimañolas (hechas de yuca), buñuelos de fríjol de cabecita negra y las arepas de huevo. Los clientes llegan y van cogiendo lo que más les apetece. Yo, que soy buena muela, confieso que cojo uno de cada uno cuando tengo mucha hambre, como la que tengo ahora. Las fritangueras tienen mucha agilidad ya que nunca se confunden en una cuenta y siempre saben cuántos fritos se ha comido cada persona.
Frente a la mesa de fritos se siente mucho fogaje, porque al lado está un anafe con bastante carbón y encima un caldero gigantesco en donde se hacen todos los fritos. La arepa de huevo, que es la más apetecida por todos; no sólo está rellena de huevo, también tiene picado de carne (carne molida guisada con tomate, cebolla y otros ingredientes) que le da mucho sabor y que es muy importante a la hora de calificar a la arepa como buena, regular o mala. Las que hacen en esta mesa, son excelentes.

Es necesario aclarar, que la bebida por excelencia que acompaña a los fritos es la Kola Román, que con su sabor incomparable, hace que esas arepas resulten más exquisitas. La Kola Román es la gaseosa costeña. Fue creada por el industrial cartagenero Carlos Román Polanco hace más de un siglo y su sabor es único y muy sabroso no sólo para acompañar los fritos y comidas en general, sino que también es excelente para preparar algunas recetas como el plátano en tentación, uno de los platos típicos más populares de Cartagena.

Las personas mayores de 40 años, nos corrigen a los más jóvenes, y nos dicen que no se llama arepa de huevo, que su nombre original es empanada de huevo. Sin embargo, con el paso de los años fue cambiando su nombre, pero su sabor sigue intacto.

Hay muchas otras mesas de fritos muy populares, como la que queda en la calle de la Candelaria que sube a la Popa, y las de Luruaco un pueblo que queda entre Cartagena y Barranquilla, en donde muchas personas que viajan por la carretera de la Cordialidad (una de las dos carreteras que comunica a Barranquilla con Cartagena), hacen escala para saborear unos deliciosos fritos, así como chicharrones, chuletas, queso entre otros manjares.

En Bogotá hay muchos sitios en donde se consiguen fritos costeños, pero no es lo mismo, primero porque no son hechos en el anafe con carbón, lo que les da un sabor muy especial, y segundo porque son muy caros, mientras que en la Costa con poco dinero se puede disfrutar de una buena cantidad. Lo que sí se puede conseguir fácilmente en Bogotá es la Kola Román. Si alguna persona sabe de un sitio en Bogotá, en donde se hagan los fritos al carbón en un anafe, le agradezco que me lo informe y me de la dirección exacta.

Ahora, es necesario volver a la realidad y por el momento me comeré mi calentado, pero espero tener la oportunidad de viajar próximamente a Cartagena a visitar a mi familia y de paso comerme una buena Arepa de huevo con Kola Román.


Nota: La primera imagen es tomada de la página www.loscolombianos.com y la segunda es del archivo personal de Pedro Mario Pérez Jiménez

lunes, 21 de mayo de 2007

Teoría leve del cucayo

Quiero dedicar este espacio a Jorge García Usta, ese gran poeta, periodista, escritor, gestor cultural y amigo, que prematuramente nos dejó el 25 de diciembre de 2005. Me siento muy afortunado de haberlo conocido y haber podido asimilar muchas y valiosas enseñanzas que él nos dejó. Aunque este Blog se titula "cultura cartagenera" y Jorge nació en Ciénaga de Oro, él fue un hombre que nunca se cansó de trabajar por la cultura de Cartagena. Este escrito de Jorge cayó recientemente en mis manos y he querido publicarlo para rendirle un homenaje de agradecimiento por todo lo que me enseñó y por su incondicional amistad.


Teoría leve del cucayo
Por Jorge García Usta

A Carlota de Olier y Mabel Vargas

Esta es una nota remata, nítida, reprochablemente costumbrista, incluso cursi, como todos los hechos que bordean, sin vestidos, los abismos del hombre y que reflejan siempre una actitud hacia lo cotidiano, lo elemental y lo efímero. ¿Desde cuándo está ahí el cucayo –esa sobra formidable que queda pegada, estoica y pros-tibularia, en el fondo del caldero, ese aparente residuo del azar culinario– reflejando una actitud de la vida? Uno de los gestos fundacionales de toda existencia costeña es aquel momento en el cual la tía fue hasta el caldero - santuario y con una cuchara grande de peltre (instrumento de conquista y revelación) raspó y raspó con decisión minera y tranquilidad milenaria, y sacó el racimo desbalagado, y luego, sin preguntas necias como "¿Te gusta el pegao, mijito?", lo tiró como diamantes en el plato del sobrino iniciático y perplejo. Comer cucayo es la expresión casi inadvertida de un espíritu pleno de vitalidad, de feliz glotonería, de ansiedad extraordinaria. Es ir hasta el fondo de todo. Esperar, con paciencia que los otros miembros de familia se contenten con las hermosuras superfluas que muestran la transparencia de los platos –el arroz nítido, color de leche, las carnes casi grises para que no asusten, el jardincito invernal de las ensaladas–. Hasta que alguien desobedece las normas y traslada su cultura hasta la cocina para pedir el cucharón que ya conoce el encono del cucayo y se abalanza, como su Dios le manda, sobre aquel pariente proletario del arroz, que a veces tratan de ocultar, por ejemplo, del salmón neorrico, del pollo emergente que presume como un báculo partido, de la empanada envuelta en un plástico abyecto. Comer cucayo es tener hambre de todo, hasta de tierra, y comer cosas más allá de las fronteras del gusto oficial, ya que el cucayo es pariente de la tierra, primo de la hornilla, nieto de los minerales. Quien come cucayo está comiendo una especie de bagazo fiestero, que sólo puede entregar –y aceptar-el espíritu del trópico porque emana directamente de una relación singular con la naturaleza. El hombre pensando siempre en fundirse, sin reparos ni prejuicios, con la propia tierra, con la autenticidad probable de sus orígenes: un hálito romántico, que repite, para nuestra sorpresa, el espíritu postmoderno. Estar cruzado de atrás y de futuros: el cucayo revuelto con coca-cola. Si se le come con café ¿por qué no habrá de comérsele con coca-cola? No creo que se coma cucayo en Europa (muchos alemanes que vienen a Cartagena se vuelven locos, genuflexos y repetitivos, con la yuca, el suero y el cucayo, y muchas veces no hay manera de obligarlos a comer "comida fina"), y es posible que en Asia con el tiempo acepten este producto cuya textura es una mezcla milagrosa de pared y a tizne, porque los asiáticos saben que el arroz tiene derecho, inclusive, a pregonar como cualquier político que no sabe lo que ocurre a sus espaldas. Y hay que ver las cosas que hace el cucayo: sus capacidades de seducción, sus vigores para negociar y transar, su pernicia casi sexual. Lo que en definitiva hace imprescindible al cucayo es su alianza de arroz con tierra, suerte de disparate culinario que bucea en el inconciente mítico del hombre hasta volverlo niño. Pero no es tan fácil producir un cucayo. Los pobres de espíritu llegan a creer que el cucayo es arroz quemado. Pobres. El cucayo es una precisa evolución del arroz, a compás con el mandato de la candela. Un encuentro de poderes ancestrales, que demanda más oficio del que cree la culinaria que se autodenomina exquisita. Y no todas las cocineras saben hacerlo o encontrarle el color indefinido (ese dorado con franjas quemadas, ese negro que tira a verde maleza), la textura necesaria, una cierta e indescriptible suavidad pétrea, que el cucayo verdadero ofrece a sus cómplices caseros. La pregunta más terrible para una mujer que cocina ocurre cuando su ama de casa le dice: – ¡Ay, mija, pero a ti el cucayo no te queda como es! Se trata de la más estratégica (y tácita) declaración de guerra. De ahí en adelante, cuando el ama de casa comente las virtudes de su cocinera, por más abundantes que sean, rematará con la línea de la afrenta: – Es muy buena, pero, uff, mija, no sabe hacer cucayo.Mabel, autoridad en cucayo del arroz a la valenciana, y Carlota, experta en cucayo de arroces chinos, reconocen que la cocinera costeña se juega su prestigio en el resultado que consiga en los predios del cucayo. Comer cucayo juntos es una señal indudable de identidad cultural común. Nadie que no conozca los orígenes del otro, le ofrecería cucayo con confianza. Corre el peligro de una negativa –manifiesto, que lo erradicaría del área de la aceptación cordial. Ya que nadie rechazaría –aunque pocos lo reconozcan en público – las relaciones secretas –sensuales– que hay entre el cucayo y el cuento de Cenicienta. Y nadie rechazaría tampoco la feroz verdad étnica y cultural que entraña la existencia del cucayo en el Caribe: detrás de toda la parafernalia y los formalismos de la cultura blanca anglosajona, están vivos e imbatibles la piel y la bullaranga de la cultura negra.
Nota: La imagen fue bajada de la página del Ministerio de Cultura www.mincultura.gov

lunes, 14 de mayo de 2007

A CAMBIAR EL PARADIGMA


Costeños = Flojos, irrespetuosos, irresponsables. Es increíble que ese sea el paradigma que existe en toda Colombia sobre la gente de la Costa norte del país; peor aún, ahora también nos catalogan como corruptos. Qué equivocados están quienes piensan de esa forma tan aberrante. Quiero referirme en este artículo a muchos costeños conocidos y no conocidos que demuestran ser totalmente opuestos a la concepción que tienen de nosotros en general.

Juan Gossain, nació en San Bernardo del Viento (Córdoba), es uno de los periodistas, más destacados y con mayor influencia del país. También es escritor de novelas. Es un enamorado de Cartagena, gran parte del año vive en esa ciudad. En el Congreso Internacional de la Lengua Española que se llevó a cabo en marzo de 2007, estuvo a la altura de los grandes escritores del mundo hispanoparlante que visitaron la ciudad amurallada y fue uno de los mejores expositores y moderadores.

Laura Melisa: Es cartagenera, por circunstancias de la vida, le ha tocado ser mamá y papá de su preciosa hija Sarah y no se imaginan el *perrenque, con que lo ha hecho. Trabaja fuertemente, pero sin abandonar a su niña, a la que nunca le va faltar nada gracias a la gran mamá que tiene y al apoyo de sus otros familiares que la ayudan en su cuidado.

Carlos “el Pibe” Valderrama: Es de Santa Marta, un líder natural, un jugador de fútbol que con disciplina y talento ha logrado que esté hoy catalogado como el mejor jugador en todos los tiempos de Colombia. Estoy seguro que en su nueva carrera como técnico de fútbol va a triunfar. ¿Qué más puedo decir de él?

La “Gorda” María: Es de Palenque (Bolívar), y desde que soy niño ha ido a mi casa a vender frutas. Con esas ventas mantiene a su familia. Ella es diabética, pero a pesar de eso saca fuerzas para seguir con su oficio, dándonos alegría a todos, ya que es una mujer que con solo mirarla puede transmitir muchas cosas positivas.

Gina y Erik: Ella es cartagenera y él barranquillero, en la especialización que estoy haciendo, ellos son dos de los estudiantes más jóvenes y por lo tanto con menos experiencia laboral. Pero eso no se ve reflejado, debido a que sin miedo a equivocarme puedo decir, que son de las personas que más aportan a la especialización, por sus valiosas intervenciones en clase y por lo maduros y centrados que son. Aprovecho para promocionar sus blogs http://eriksojo.blogspot.com/ y http://ginanieves.blogspot.com/.

Aaron Espinosa: Es Economista, monteriano, que se destaca por su sentido de responsabilidad. Muchas de sus investigaciones han sido publicadas en medios impresos, y en compañía de Gina Ruz, Augusto Otero, Irina Junieles entre otros, forman un grupo, que defiende a capa y espada la región Caribe. Les recomiendo la Revista “Noventaynueve” en la cual todos ellos escriben.

Alberto Abello: Fundador y ex director del Observatorio del Caribe Colombiano. Este Samario es un trabajador incansable, perfeccionista, gran consejero. Es de las personas que más ha hecho por destacar todas las cosas positivas que tiene la región de la costa norte de Colombia.

Mi papá y mis hermanos: Son cartageneros, mi papá es un oftalmólogo, con un sentido de responsabilidad impresionante. Es una persona muy organizada, el mejor esposo del mundo, el mejor padre. Con su simple ejemplo les ha inculcado a sus tres hijos, el sentido de la responsabilidad, respeto y honestidad, y todo esto estando siempre de buen humor. Con mi mamá (de la que no voy hablar, porque aunque es costeña de corazón nació en Bogotá) han formado una familia de la cual me siento muy orgulloso de ser parte. Mi hermano mayor, es supremamente organizado, el mejor amigo del mundo, la persona más fiel que se pueda encontrar, es arquitecto, actualmente vive en un país extranjero donde le ha tocado adaptarse a pesar de estar lejos de su familia, cosa que le ha dado muy duro, pero él sabe que todos estamos contentos porque está cosechando triunfos. Mi hermano Juanpa, es el mejor ejemplo a seguir, un trabajador sin igual, súper inteligente, es un fiel reflejo de mi papá y mi mamá, por su honestidad, tenacidad, responsabilidad. Es ingeniero, un músico sin igual y a demás es mi gran apoyo en la nueva vida que llevo en Bogotá.

Hay muchas personas que no menciono, porque no terminaría nunca este artículo, entre ellos están mis tios Guillermo, Gladys, Rodolfo, Margarita e Isabel Pérez, Aníbal Pérez, y en general toda mi familia a la cual quiero mucho y admiro; mis colegas y amigas Maria José, Bachi, Jerly, Neyla, mujeres de armas tomar que se destacan en lo que hacen, y mis amigos de toda la vida, Mauricio, Juan Carlos, Kike, Mario, Miguel, Jorge, Daniello, Jose, entre otros, que tienen dos cualidades en común que son la responsabilidad y la alegría.

No quise nombrar a los mismo de siempre, Rafael Escalona, Shakira, Gabriel García Márquez, Carlos Vives, para que se den cuenta de que la gente del común son personas que se destacan también por x o y razón.

El paradigma que se tiene y que no quiero cambiar sobre los costeños es que somos personas muy alegres, y con sentido de pertenencia por nuestra región, en donde está la ciudad más linda del mundo, Cartagena.

*Perrenque: En la costa se le dice así a la persona con empuje, de armas tomar, que no se amilana ante la adversidad.

Bailar pegao

Soy cartagenero y como buen costeño me gusta “bailar pegao”, es decir, sentir cerca a mi pareja. Desde que estoy en Bogotá me ha costado trabajo adaptarme al estilo de baile de esta ciudad, pues la pareja baila casi a 10 metros de distancia.

Mis amigas me dicen que nosotros los costeños bailamos muy pegados, y yo les contesto que el baile, cuando es en pareja, es necesario que se haga en PAREJA, no uno solo y la otra persona por allá lejos.

Quiero aclarar, para que este comentario no se preste a falsas interpretaciones, que yo me estoy refiriendo sencillamente a bailar pegados, decentemente, sin incurrir en morbosidades. Para disfrutar el baile, la decencia es fundamental, pues si se llega a convertir en un baile obsceno pierde totalmente la esencia y la gracia.

Cuando me encuentro con amigas cartageneras en alguna fiesta, se ponen contentas al vernos a mí y a mis amigos costeños porque saben que van a bailar al estilo en que ellas están acostumbradas. Con este comentario no pretendo hacer creer que soy un gran bailarín; no soy el mejor de todos pero me defiendo bien… bueno por lo menos eso me han dicho, a menos de que me lo digan por lástima.

Hay una bonita canción que no es colombiana, ni siquiera es tropical, se llama Bailar pegados, y si no estoy mal, la interpreta un cantante llamado Sergio Dalma. En esa canción se narra la diferencia que hay entre bailar de lejos y bailar pegados. En su primera estrofa dice que “bailar de lejos…es como estar bailado solos, tu bailando en tu volcán y a dos metros de ti bailando yo en el polo”…. ¡que letra! me identifico totalmente con ella. No estoy afirmando que quienes bailan sueltos no saben bailar, lo que quiero decir es que es mucho mejor si se acercan un poco mas.

Volvamos a la canción y miren lo que dice de bailar pegados: “es igual que baila el mar con los delfines, corazón con corazón en un solo salón dos bailarines”…. genial la letra, definitivamente me identifico con ella.

Invito a todos mis amigos y los lectores de este blog a que prueben “bailar pegado” como lo hacemos en Cartagena, para que se den cuenta lo que es disfrutar de un buen baile.

Nota: Bailen con alguien que baile bien, o sino sí es mejor bailar separados a 10 metros.